En el inicio de la pandemia, a principios del año 2020, vimos el nacimiento de una nueva costumbre social: el uso del barbijo. De un día para el otro comenzó a ser parte de nuestra vida, y la costumbre fue tan fuerte y repentina que hoy hasta nos parece antinatural mirar en la tele a personas con la cara descubierta, saludándose con besos y abrazos. Además del tapabocas, adoptamos otras prácticas preventivas como la desinfección con alcohol personal y el uso de máscaras plásticas, guantes y delantales desechables, cada uno de estos accesorios con su amplia variedad de opciones, calidades y usos, algunos duraderos, otros descartables. Entonces, ¿Qué barbijo tenés que usar? ¿Cuál contamina menos? ¿Qué es el plástico de un solo uso? ¿Se pueden reciclar? ¿Cuál es la mejor manera de hacerlo? Te respondemos éstas y otras dudas más para que, a través de tu ejemplo, empieces a tratar con responsabilidad estos residuos y contagies a otras personas esas ganas de cuidarte a vos y a nuestro planeta.
Hace pocos meses, la revista Nature Sustainability presentó un estudio en el que se analizaron los desechos de más de diez países de Europa en el período de pandemia, y se llegó a la conclusión de que la basura por COVID-19, sobre todo de barbijos, aumentó casi un 10 mil por ciento. Este crecimiento, además, permitió entender la relación entre los residuos y las legislaciones de cada nación, no en materia de reciclado, sino de restricciones y utilización de accesorios en relación con el COVID-19. Esto llevó a pensar que, con el uso masivo del barbijos, también nacieron nuevas responsabilidades.
¿Vale la pena el esfuerzo?
Por lo reciente que es la práctica diaria del uso del barbijo, es entendible que la idea de su desecho nos parezca insignificante. Pero solo en nuestro país, más de 30 millones de personas lo usamos todos los días. Como ejemplo optimista, si cada uno de nosotros utiliza unos 10 al año, sin las medidas adecuadas, nuestro suelo va a tener 300 millones de tapabocas plásticos y de tela arruinando nuestra tierra en menos de doce meses, porque aún no existen los biodegradables. Según datos de la revista National Geographic, se advirtió que, actualmente, se usan 129.000 millones al mes, lo que equivale a tres millones por minuto. Es hora de repensar nuestras costumbres y entender que su uso es fundamental para seguir cuidándonos del Covid-19, pero haciendo una utilización sustentable de nuestros residuos personales.
¿Por qué los barbijos descartables son contaminantes?
La mayoría de ellos están confeccionados con fibras plásticas de polipropileno, y son plásticos de un solo uso; se desechan y no son reutilizables. Además no tienen reciclabilidad por cuestiones técnicas y económicas. Utilizan este material para que sean frágiles y se desarmen con facilidad por cuestiones de uso, pero al contrario de lo que se cree comúnmente, ésto lo hace más contaminante, ya que sus partículas son más pequeñas, indetectables a la vista, pero muy invasivas al entorno natural. Una sola máscara puede liberar hasta 173.000 microfibras por día en el océano y tardará 450 años en degradarse.
Entonces, ¿qué clase de barbijos existen?
Dentro del universo de los desechables y los reutilizables, existen dos grandes grupos: los que protegen contra el virus y los que no. Los tres únicos barbijos que no permiten su paso son el N95, el quirúrgico y el FFP1. Los de carbón activado, tela y gomaespuma solo detienen la emisión de espray de la respiración y el habla. Los de tela son lavables y menos contaminantes, como una prenda más, aunque su efectividad contra la propagación del COVID-19 es menor. Por eso antes de elegir tu tapabocas, deberías pensar en el uso que le vas a dar y si ese modelo te sirve.
Pero, ¿se pueden reciclar los desechables?
En la actualidad, solo es posible acopiarlos con un protocolo especial en envases cerrados para que no contaminen el entorno natural. Te recomendamos una forma de hacerlo que, además de ser práctica, es la más amigable con el medioambiente: en una botella plástica, meté a presión esos barbijos secos que ya no vas a usar. Apretalos bien y, cuando hayas completado el recipiente, ponele la tapa y llevala hasta un punto de reciclaje para que reciba el tratamiento adecuado. ¡No la saques con el resto de la basura! Hacé un último esfuerzo para que tu tarea de tantas semanas no quede en la nada.
Los grandes cambios comienzan con acciones pequeñas. Si hacemos del reciclaje una parte importante de nuestra rutina, podemos darnos a nosotros y a nuestros afectos una muestra de amor simple, visible e inmediata. Date la oportunidad de mostrar con tu ejemplo que podemos seguir cuidándonos y tener un futuro mejor.